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Utilizar siempre que sea posible papel, cartón y derivados, elaborados a partir de fibras recicladas o con un alto porcentaje de éstas en relación al contenido de fibras vírgenes.
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Utilizar papeles con certificados de uso responsable y controlado de los recursos forestales, como FSC, PEFC, Cerflor y FCA.
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Considerar los formatos de diseño teniendo en cuenta los tamaños industriales de las resmas, de modo que el material se aproveche al máximo y se minimicen los recortes sobrantes.
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Reducir los formatos de los diseños al mínimo tamaño posible, con el fin de contribuir a la reducción del el consumo de papel.
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Considerar y especificar para cada trabajo en papel, el mínimo gramaje posible. Conviene buscar el equilibrio entre la utilidad del material que vamos a imprimir y la resistencia necesaria que va a tener.
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Fomentar y utilizar en lo posible ambas caras del papel, con el fin de ahorrar el 50% del material.
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Emplear papeles ECF (Elemental Chlorine Free, libre de cloro elemental) o TCF (Totally Chlorine Free, totalmente libre de cloro), ya que éste provoca la destrucción de la capa de ozono y perjudica seriamente los ecosistemas fluviales. Si el papel ha de ser forzosamente blanco, seleccionar aquellos papeles que se hayan blanqueado con sistemas alternativos al cloro, como peróxido de hidrógeno, enzimas, deslignificación prolongada y ozono.