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USO DE LAS

FUENTES TIPOGRÁFICAS

La actividad del diseño gráfico, más específicamente la rama del diseño editorial, es creadora de una innumerable cantidad de piezas gráficas cuyo protagonista es el texto escrito, por lo que es necesario que la profesión se responsabilice y tome conciencia del impacto ecológico negativo que supone un gasto extensivo y abusivo del papel y la tinta. Teniendo en consideración algunas pautas y datos claves sobre el uso de las fuentes tipográficas se puede contribuir a disminuir dicho impacto.

 

En el diseño tipográfico y editorial, hay muchos que creen que las cuestiones de sustentabilidad están reñidas con las de optimización de la lectura, pero esto no tiene porqué ser así. Sólo es cuestión de conocer e interesarse por las tipografías que logren un mejor aprovechamiento de los insumos.

Diseñadores y estudios de diseño han elaborado propuestas tipográficas que dicen ser alternativas sustentables a las fuentes tradicionales, como es el caso de Ecofont, del estudio holandés de diseño SPRANQ, y de la fuente Económica, del diseñador uruguayo Vicente Lamónaca. Pero por otro lado, el tema ha generado algunas controversias y miradas opuestas al respecto en el mundo del diseño y la tipografía, por lo que se decidió profundizar en la cuestión y hacer algunas pruebas de verificación para corroborar y descubrir cuáles son las fuentes más eficientes.

 

Lo primero que se tuvo en cuenta es que, para que una fuente pueda denominarse más eco-eficiente que el resto, debe ahorrar tanto tinta como espacio, es decir, papel. Lo segundo que se consideró fue que las tipografías no tienen un tamaño estándar, por lo que es ingenuo pensar que funcionan bien o mal a determinado tamaño en puntos y con determinado interlineado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Teniendo estas dos cuestiones en consideración, se seleccionaron un conjunto de fuentes de uso “popular” y otras que se jactan de ser “ecológicas”, y se realizó una comparación de las mismas en base a la mancha tipográfica que producen y el espacio que ocupan, previa configuración de los tamaños e interlineados óptimos para la lectura de cada una.

Los resultados fueron bastante reveladores. Se descubrió que la Ecofont, por ejemplo, si bien ahorra tinta por su propuesta de insertar pequeños huecos en los trazos de los caracteres, utiliza mucho más espacio que la mayoría de las tipografías tradicionales. Por ejemplo, en un texto que escrito en Micosoft Sans Serif tiene 4472 líneas, en Ecofont tiene 4810.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                       

 

 

También se analizaron las fuentes Económica y Ryman Eco. La primera, si bien es una palo seco cuyas proporciones horizontales permiten ahorrar espacio en grandes cantidades, es evidente que compromete la legibilidad y que difícilmente sea la mejor opción para diseños con largos textos debido a su apariencia extremadamente condensada. Y por el lado de la tipografía Ryman Eco, diseñada por Dan Rhatigan, que consta de un “molde” que dice optimizar y hacer un uso sustentable de los insumos de impresión ahorrando hasta un tercio de tinta respecto a otras fuentes, se detectó que su edición en el monitor del ordenador resulta muy difícil, ya que al estar compuesta de trazos separados se produce en el mismo un “efecto mancha” que entorpece su legibilidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El impacto que el uso de tipografías como éstas podría tener en el consumo de papel y tinta es digno de ser tenido en cuenta por parte de diseñadores gráficos de diarios, revistas y otros productos editoriales en los cuales una o dos líneas de ahorro por página son una gran diferencia en tirajes de miles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con respecto al gasto de tinta de cada tipografía, es muy difícil determinarla mediante pruebas caseras, pero la información consultada coincide que, por lo general, gracias a la modulación de sus trazos, las fuentes con serif y tipo romanas utilizan menos tinta que las fuentes de palo seco.

Sobre esto podemos citar un estudio realizado por la división de tecnologías de la universidad de Wisconsin que indica que al momento de imprimir cualquier documento resulta realmente ahorrativo utilizar Century Gothic como tipografía. Según los resultados del experimento utilizar esta fuente podría significar un ahorro de hasta un 30% en comparación con las tipografías típicas como Arial o Verdana. En el informe entregado la universidad de Wisconsin indicó que cuando más se ahorró tinta fue cuando se utilizó Century Gothic como fuente, en el segundo lugar de ahorro se posicionó EcoFont, seguida por Times New Roman, Calibri, Verdana y en último sitio Arial como la fuente que mayor cantidad de tinta requiere.

 

 

 

 

Es así que también se analizaron fuentes de reconocidos diseñadores como Gerard Unger que afirma que se puede ahorrar papel, a la vez que se incrementa la rapidez de lectura, mejorando la legibilidad. El caso de la familia tipográfica Gulliver, aborda el problema considerando los aspectos más modulares de la composición tipográfica de textos. Las contraformas super-abiertas de esta tipografía, junto con unas proporciones ligeramente condensadas, una altura “x” importante y una cuidada relación entre los gruesos y los finos, contribuyen a la lectura de textos en tamaños pequeños de manera destacable.  Esta fuente permite ahorrar espacio al imprimir por la cantidad de caracteres que puede incluir en una línea y la modulación de sus trazos reduce el uso de tinta en comparación con las fuentes de palo seco.

Como ejemplo del ahorro que se puede producir podemos tomar el caso del jóven Suvir Mirchandani, un estudiante de 14 años, que realizó una investigación en la que determinó que el gobierno estadounidense podría ahorrar millones de dólares usando la tipografía Garamond en sus documentos oficiales en vez de la famosa Times New Roman. Al realizar la verificación, se comprobó que Garamond es una fuente de gran legibilidad, es decir que se puede leer a un tamaño de cuerpo menor que la mayoría de las fuentes tradicionales, y es por eso que ayuda a ahorrar papel y tinta.

A modo de referencia, para pequeños formatos como informes, libros, folletos, manuales o páginas web, conviene utilizar fuentes entre 8 y 12 puntos para cuerpos de texto. El cuerpo promedio de 11 puntos funciona a la perfección con impresoras de 300 dpi. Elementos textuales menos importantes en la composición, como notas de pie, pueden ir a tamaños de 7-8 puntos, siempre y cuando resulten legibles en la fuente elegida.

Como regla general, conviene darle al interlineado uno o dos puntos más que el valor del cuerpo de la fuente, o sea, que si tenemos un texto en cuerpo 10, un interlineado de 12 da un blanco apropiado en la interlínea. Por supuesto, todos estos valores se pueden modificar y van a depender de cada tipo de letra.

Sin embargo, y como pudimos comprobar con nuestro pequeño experimento, el único inconveniente con Century Gothic, resulta ser su gran tamaño; que en comparación con las otras ya mencionas fuentes involucra un mayor gasto de papel. Esto demuestra que el ahorro de papel y tinta que logra una fuente determinada, por desgracia, no siempre van de la mano, por lo que será trabajo del diseñador encontrar el equilibrio que mejor cumpla con las expectativas y necesidades de cada proyecto, lo cual no siempre resultará fácil y por lo general requerirá de pruebas previas.

Además, no todo depende del tipo en sí mismo, sino también de la puesta en página. En este punto es determinante el papel del diseñador gráfico que selecciona una u otra tipografía y debe decidir el aspecto de la «mancha» en la página, lo que equivale al gasto de tinta y uso de papel, pero sin perder de vista el grado de lecturabilidad del texto, ya que es un aspecto que tampoco se puede descuidar.

 

El diseñador debe probar y definir el equilibrio exacto entre legibilidad y ahorro mediante la configuración del tamaño, el espaciado, el interlineado y los márgenes del texto.

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